Skip to content

Mariana Kopp

Fue una sensación, algo que me hizo sentir cómoda, entendida…luego de una hermosa charla donde creo que nos medimos los dos, fue que decidí que Emiliano era el correcto. Si, es absolutamente cursi decir algo así, algo del estilo «esas cosas se sienten», «Cuando encuentres al indicado lo vas a sentir» sobre todo porque parece que estoy hablando más de una pareja que de un obstetra, pero en el caso de Emiliano eso fue lo que pasó.

Venia de un derrotero bastante sufrido….hacía más de dos años que había tenido una cesárea horrible, sin sentido, a la que me sometí por miedos infundados, por desconocimiento, por impotencia..una cesárea donde nadie me había hablado en la operación, yo era una cosa ahí tirada y nuestro bebe un objeto extraido al cual pude ver casi de reojo. Y para esta experiencia deseaba algo diferente. Anhelaba un parto, pero sobre todo, que me trataran como persona.

Pedí el turno con Emiliano antes del positivo, quería conocer obstetras para que cuando llegara ya supiera con quien atenderme y mientras ir haciendo el preconcepcional.  Conseguí turno para mayo…pensé que tenia tiempo pero no. Mientras tanto iba haciendo el famoso «casting» con los más nombrados en los grupos, esos que parece que acompañan PVDC pero ponen las mil trabas, esos que tienen club de fans pero que mejor salir huyendo, ninguno terminaba de cerrarme.  Algunos por tener sobrepeso me mandaban aspirinas, otros estaban más enfocados en sus egos que en los pacientes, etc, etc.  Y llegó el positivo y aún faltaban meses para mi turno con Emiliano, pero una noche…bien cerquita del positivo recibo un email de el diciéndome si quería adelantar el turno. Este hombre tiene poderes! huele los positivos! me causó gracia y fui a la consulta unos cuatro días después.

La primer consulta, como conté, charlamos y creo que nos medimos ambos. Yo salí feliz. Me hizo sentir sana, no una persona que por estar embarazada tenia que dejar su vida de lado, ni que por tener sobrepeso era una bomba de tiempo….y lo sentí.   Le conté mi deseo de parir, hablamos de lo que ambos ya sabíamos…estadísticas, situaciones de riesgo y demás.   Salí fascinada.  Del casting solamente me había quedado un obstetra «potable» así que en el colectivo llamé y suspedí el turno agradeciendo por todo.   Mi marido, que ya estaba un poco inquieto con tantos médicos y ninguno que me cerrara respiró aliviado cuando le conté que este era el indicado.   Luego, se haría casi tan fanático de Emiliano como de River….y eso es MUCHO.   Así que antes que pudiéramos anunciar que llegaba Merlina, Emiliano ya estaba confirmado como nuestro obstetra.  Algo que amé de él es que dejaba el consultorio para tener partos avisandomelo con respeto y, asimismo, atendiendome sin las esperas a las q estaba acostumbrada cuando el turno si se llevaba a cabo…..esto es un gran indicador. Mi obstetra anterior jamás canceló un turno, por lo que ahora asumo que jamás tuvo un parto y todas íbamos a cesárea. Así que viví las cancelaciones de Emiliano casi con orgullo.

Los controles fueron siempre más que amenos. Tengo que confesar que yo soy bastante expeditiva (aunque no se note en este relato  ) y que me da mucha culpa demorarme mucho en consulta cuando hay gente esperando, también soy bastante reticente a «molestar» con el celular, pero cuando lo necesite Emiliano me respondió al instante, cosa que da mucha paz y más si lo hacen con super buena onda aliviando enormemente mi culpa Volviendo, las consultas eran geniales, no sentía nada de miedo, ni terror a que «me reten», aun cuando me pesaba que para mi siempre fue una «pesadilla» con él lo vivía con paz….Fuimos charlando de mis deseos de un parto, pero ninguno de los dos fanatizados. Siempre prioricé la salud de la beba y la mía. Quería un parto pero quería sobre todo que ambas estemos bien.

Conocí a Anahí en el curso de Pre Parto y fue increíble. Su dulzura y su sabiduría afianzaron esa certeza que tenía que este era el equipo ideal. Y así, lentamente y sin sobresaltos llegamos a la semana 40…por el momento nada de señales. Le pedí a Emiliano que me hiciera tacto aunque yo intuía que todo debía estar bastante verde como suelen decir. Y así era. Nada de señales. Emiliano muy pacientemente me alentó y me recomendó las dos C del éxito…caminar  y c**er,  a la que le sumé otra C más….comer rico. Con esa tarea nos veríamos el sábado para un monitoreo y chequear cómo seguía todo. Obviamente le hice caso en todo y hasta me animé a sumarle acupuntura el viernes antes de la consulta. Una cosa para mí loquísima pero todo para ayudar…el viernes antes del monitoreo comienzo a perder el tapón mucoso….felicidad. Lo veo a Emi en el sanatorio el sábado y si, estábamos mejor pero aún faltaba. Habíamos hablado de la chance de hacer Hamilton pero no estaba dado el panorama para hacerlo. A seguir esperando. Emi me transmitió mucha paz, se quedó conmigo durante el monitoreo y charlamos de tantas cosas que casi que me dieron ganas de tener el tercero solo para volver a tenerlo a él.   Vuelvo caminando a mi casa, habrán sido unas veinte cuadras que disfruté muchísimo escuchando a música. Pasé a comprarme comida rica y marido se fue a trabajar. Me quede sola con mi nene. Fue una tarde hermosa, jugamos, bailamos, nos reímos mucho.

Y a las seis y media llega la primer contracción. Diferente. Única. Me puse en cuatro patas en el piso y le propuse a mi nene de tres años hacer un poco de «yoga», hicimos gato contento, gato enojado y como le gusta a él, gato haciendo pis…las contracciones continuaban, bien rítmicas, deseadas y anheladas pero dolorosas. Aceleré la cena y a las 19.30 mi nene estaba durmiendo. Y yo atravesando en soledad la contracciones.   Marido llegó una hora más tarde y me encontró en el baño, agarrada al picaporte atravesando una contracción. Como todo marido obse, las cuenta y eran cada cinco minutos y de un minuto de duración….ya quería llamar a Anahí y a Emiliano. Pero yo sentía que faltaba, y mucho. Además, como conté antes, me da mucha culpa «molestar» . Así que le dije que cene, que me haga masajes y se acueste. La noche transurrió entre contracciones fuertes y no tan fuertes. A las 5.30 de la mañana le pedí a marido que llevara a mi nene a lo del abuelo, donde tenían montado un operativo de recibimiento.   Pensaba que cuando se fueran la cosa se pondría más intensa aún, pero no….pasaron las horas, llegó el mediodía y las contracciones seguían…pero no se intensificaban que era lo que yo esperaba, yo empezaba a inquietarme.  Sobre todo porque no quería estar mucho tiempo separada de mi nene.  Marido se empieza a inquietar, ya son muchas horas de TP y convenimos en escribirle a Emiliano. Le cuento que voy casi 20 hs de trabajo de parto y que no sabia mucho más cuanto podía aguantar.  Me contesta de la forma más tranquilizadora y hasta graciosa y coordinamos encontrarnos en la Suizo con Anahí para un control. Amé que no se prendiera a mis miedos y me hiciera una cesarea. Y a partir de aquí comienza la odisea más divertida y mágica de toda mi vida.  A las 15 horas nos encontramos con Anahí en la suizo.  El viaje en el auto con contracciones fue tremendoooo.  Yo ya no daba más, además me atormentaba seguir muchas más horas de TP y que no pasara nada.  También tenia algo de miedo y sobre todo quería volver con mi nene. Me fui a la suizo entregadiiiiisima y casi piediendo una Cesarea a los gritos. Anahí y su dulzura infinita me recibieron de la mejor manera, me propuso hacerme un tacto y monitoreo…estaba con tres de dilatación y la beba super encajada. El monitoreo perfecto. Me propuso desprender membranas y acepte con gusto. Y dijo las palabras mágicas «esto de esta noche no pasa, si queres anda a caminar o volvé a tu casa y nos vemos en unas horas en el Fino y vemos como seguimos» y yo me aflojé….iba a encontrarme con mi bebé.   Le agradecimos enormemente a Anahí agarramos el bolso y cuando salimos de la Suizo le dije a Marido que queria ir a comprarle un regalito a Anahí y a tomar algo a Havanna (seh, porque me merecía algo rico y locura), caminamos entre contracciones unas ocho cuadras, cada vez que venia una intensa me agarraba de marido y al minuto seguía caminando.  En el Havanna nos encontramos a una amiga en común y nos pusimos a charlar….claro, yo cada tres minutos la interrumpía para pasar la contracción.  Caminamos un poco más y volvemos a casa. Antes pasamos por el supermercado (seh, en pleno TP haciendo las compras),  llegue a casa y me puse a ordenar y ya a esa altura pedia entre risas la vasectomia para mi marido….baile un rato largo y en un momento sentí que era la hora de irnos. Subimos al tortuoso auto y al ratito llegamos al fino.  Nos encontramos con Anahí esperando el ascensor y el abrazo fue lo que necesitaba en ese momento.  Subimos juntas a obstetricia y marido se fue a hacer la admisión.  Me revisó y ya estaba con 6 de dilatación!!! podíamos poner un poco de anestesia y a parir!!! Y justo cuando Anahí dijo eso, apareció Emiliano y creo que al verlos juntos termine de dilatar lo que faltaba (nah, creo que fue más adelante pero verlo fue entregarme al proceso). Pasamos con Anahí a sala de partos, ella yo toda dulzura y yo muy emocionada. Llegó el anestesiólogo, un chico super divertido y simpatico. La abracé a Anahí y la verdad es que no senti nada de dolor con el pinchazo, un genio.  Pusimos música, a mi amada Bjork y llegó a la sala mi marido y Emiliano. Nos hicimos chistes, Emiliano es ideal para distender el ambiente y de a poco estaba lista para pujar. Emi me alentó enormemente, Anahí también. Y en cuatro o cinco pujos nació Merlina. Emi me dijo que la sacara yo, me dio un poco de miedo pero su seguridad me convenció…fue derecho a mi pecho. Emi esperó que el cordón dejara de latir para cortarlo….y Merlina y marido fueron a los controles. Yo me quede con Emi extasiada. No podía dejar de agradecerle tanto a él como a Anahí, sobre todo porque además había sido sin episiotomia!!! mi gran miedo y el miedo de mi marido!!! Realmente fue un partazo, fue más que lo soñado. Emi vino a controlarme al sanatorio varias veces siempre con su enorme sabiduría y buen humor. Él jamás dudó de mi, aún cuando yo lo estaba empezando a hacer.  Se puso el parto al hombro y supo entender que necesitaba.

Luego del alta del sanatorio nos vimos dos veces más en su consultorio, una para el control a la semana y la siguiente al mes y medio del nacimiento, para el alta obstétrica.  Ese encuentro es algo que me gustaria destacar enormemente, Emiliano nos dio una charla espectacular sobre las cosas que suceden en el puerperio, una charla honesta, sin rosas….charla que si hubiera tenido en mi experiencia de maternidad anterior nos hubiera ahorrado meses de terapia de pareja. En resumen, Emiliano y equipo me ayudaron a cumplir un sueño enorme, a sanar heridas, a tener un mejor puerperio. Mi agradecimiento es enoooorme. También agradezco enormemente a Anahí. Y a Dani, una de sus pacientes que me entendió siempre. Porque Emiliano además de un hermoso obstetra teje redes mágicas, como suele pasar con la buena gente que ama lo que hace y lo hace con pasión.